viernes, 14 de noviembre de 2014

Los sentidos en el espacio, las emociones fuertes y el valor de los rincones.


Somos más fuertes dependiendo de dónde nos situemos, cada metro cuadrado de una sala apareja otras sensaciones y a su vez nuevos puntos de vista y percepción de la realidad.

Nuestro ego aumenta si nos situamos arriba del tembleque y a los ojos de los demás aún somos más grandes de lo que uno mismo pueda sentir. Más alto, más grande, más fuerte, así nos sentimos si estamos preparados para ser el líder, si no es así y sientes pavor por las alturas a la que llega el alma sitúate en el centro refugiado entre las masas, escondido y con tu ego a un nivel medio. Pero la verdadera fortaleza del individuo reside en los rincones, es el lugar de refugio y de los llantos, donde recapacitamos sobre nuestro ser y donde el alma se encoge. Los niños allí lloran y los abusones donde arrinconan a las presas, sin escapatoria ni alternativas el rincón es donde nos sentimos más cobijados pero a su vez donde más desprotegidos estamos.

Y que pasa con las ventanas, no es lo mismo una claraboya en el centro del habitáculo que alumbre a todos por igual que si estuviese al final donde están los líderes elevándolos al grado de dios. Líderes de masas, caudillos y charlatanes son quienes ocupan con mayor ahínco estos lugares. Otros lugares tan sencillos como una clase con ventanas dice mucho de quien a su lado se sienta, es decir, el alumno que a su lado está es más propenso a despistarse y tener un alma más acorde con el exterior al contrario que el sentado al lado de la pared más centrado en su deber.

Ver paredes y paredes y más paredes y entre tanto y tanto una línea de luz. Somos presas claustrofóbicas, tanto en una gran caverna oscura como atrapados en una cabina telefónica a la luz del día. En la primera la desorientación nos incomoda, somos animales dependientes de nuestra vista pero en la segunda a plena luz del día y orientados no resistimos a estar encerrados. Y la misma ventana que una clase nos da libertad si estamos entre cuatro ventanas nos la quita. Al fin y al cabo son paredes transparentes. Pero peor son las ventanas de las prisiones.

Entonces ¿cuál es lugar perfecto?, creo por conocimiento que donde estés más en paz ese debe ser tu hogar, y no tiene porqué ser el mismo siempre, obcecado en no cambiar.

Arriba y abajo son jerarquizaciones y horizontalmente igualaciones, así pasa tanto en las matemáticas como en la cultura, pero nadie recuerda los rincones. Ellos están en todas las posiciones y es el lugar donde se escriben las anotaciones, sumas simples en los papeles, los espías en el cine y en casa las arañas. Tan importante es una esquina que sin ellas todo sería plano.




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